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Perfil profesional

El egresado del Profesorado Sáenz contemplará la totalidad del significado de ser un docente católico. Al ser un Instituto confesional, pero a la vez no cerrado a profesantes de credos diversos o independientes de todos éstos, promoverá en sus egresados los valores católicos (no su adhesión doctrinaria o dogmática con exclusividad), caracterizados por su apertura al otro.

En consecuencia, el egresado:

- propiciará, con preeminencia por sobre la disciplina que imparta, la relación con el otro fundada sobre sólidos principios éticos.

- otorgará al prójimo lo que a él le es “debido” por el sólo hecho de ser un ser humano, creado por Dios, en igualdad de dignidad de unos con otros.

- respetará la libertad de pensamiento y de acción, aún cuando por la otra parte encuentre disenso.

- disciplinará el aspecto científico-técnico a ser un instrumento eficaz en la formación de la persona humana y no como un fin en si mismo.

- fomentará los bienes y valores absolutos, sin imposición sino con la permanente meta de la obtención de la verdad.

- promoverá la solidaridad por encima de cualquier competencia individualista.

- respetará la vida en todas sus formas, no sólo en sentido vitalista, sino comprendiendo además  la calidad de vida.

- buscará permanentemente correspondencia entre su discurso y su práctica reconociendo el valor del testimonio propio.

- llevará a cabo el ejercicio de su profesión con honestidad intelectual y recta intención moral.

Asimismo, el egresado del Profesorado Sáenz debe reunir una serie de cualidades profesionales que son necesarias para configurar el perfil docente que buscamos. Nos referimos tanto a la preparación del docente como tal en el área pedagógica, como a su preparación académica y metodológica. Por la primera, el profesor será un especialista en educación; por la segunda, un especialista en el área que le competa; por la tercera, un profesional especializado en la conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Un profesor debe esencialmente ser, antes que nada, “educador”, “docente” y luego “especializado en”. Este supuesto nos lleva a pensar en un experto en formación pedagógica, orientado a las ciencias humanísticas, con una cultura general amplia y con un profundo compromiso con lo religioso; conectado con la realidad educativa y su situación histórico-social.

Además debe lograr una actitud de compromiso con la educación, reconociendo la necesidad de la actualización constante y de la formación docente continua. Será un investigador en la materia, participando en la elaboración de proyectos educativos institucionales y de clase, en permanente interrelación con los demás docentes y miembros de la institución.

Se debe caracterizar por una gran apertura hacia los demás, realizando un verdadero trabajo en equipo, elaborando pautas comunes y realizándolas en conjunto, implementando las técnicas de dinámica de grupo y de comunicación.

Su rol principal de educador, lo llevará a ser un constante orientador para sus alumnos. Esto supone una sólida preparación en el campo de la psicología y cultura del educando, que le permita la comprensión de las distintas etapas evolutivas y la conducción del aprendizaje.

Además de su preparación pedagógica y humanística en general, entendemos que debe conocer y manejar ampliamente el área que es su especialidad, buscando actualizar y enriquecer sus conocimientos continuamente, hallando la conexión con otras disciplinas afines, logrando un análisis de la realidad en su totalidad, sin olvidar que el espacio curricular es un ‘medio’ para ejercer su rol de educador y no su fin.

Por último, pero no por ello menos importante, entendemos que también su preparación debe incorporar la tecnología, para ponerla al servicio de las experiencias de aprendizaje. Por tanto, no sólo debe ‘saber’ la especialidad que dicta, tener dominio de los métodos, procedimientos, recursos y materiales de enseñanza, sino además manejar con eficiencia los recursos tecnológicos.

La tarea docente requiere de educadores comprometidos con su tarea, con la mira puesta en sus alumnos, firmes en sus propósitos, convencidos de la necesidad de alcanzar las metas establecidas. Por todo esto es fundamental que el profesor desarrolle un constante replanteo de su rol, haciendo un análisis crítico y constructivo de su realidad.-

 

 

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